martes, 18 de enero de 2011

LOS REYES MAGOS.

A CUENTA DE UNAS CARTAS LLENAS DE ILUSIONES, ESPARCIDAS POR LAS CALLES DE TASAUTE


Tras los malos rollos que hemos vivido en Santa Brígida por las cartas de los Reyes esparcidas por las calles, me ha parecido bueno hacer la reflexión que ofrezco a quien quiera leer el presente texto.
Cuando yo era niño, apenas recibía los regalos de Reyes; era hijo de albañil y miembro de familia muy numerosa. Pero, como mis hermanos, teníamos un poco de ilusión porque un tío, maestro, nos ponía aquella noche algún detalle. Así se vivían los reyes en los años posteriores a la guerra española: los hijos de los trabajadores no tenían reyes y, por consiguiente, tampoco ilusión; los Reyes venían solamente, y la ilusión también, para los niños de familias algo o muy pudientes. Esto lo recordamos bien todos los que tenemos más de sesenta años.

Hoy la situación de los Reyes Magos es bastante diferente. Las economías familiares tienen un mayor poder adquisitivo, por lo que los Reyes Magos pueden atender las cartas recibidas de sus niños. (Conviene no olvidar que, por la crisis, muchas familias están totalmente carentes de recursos). Tales cartas están cargadas de muchísima ilusión mágica infantil. La carta de los niños es un diálogo escrito, confidencial, con los Reyes Magos, en ocasiones conocido únicamente por los padres o algún hermano. (Es una desgracia que la carta fuera leída por otros en la calle, por descuido de no se sabe quien). Esta ilusión con frecuencia entra en complicidad con la generosidad de los niños y añadirán a su pedido de juguetes que sus abuelos tengan salud, que alguno de sus padres consiga trabajo o que sus hermanos saquen bien el curso.

Indudablemente, en la medida en que se pueda, esta grandísima ilusión de los niños debe obtener respuesta. Previamente los protagonistas principales de todo esto deben haber demostrado que tienen méritos logrados para ello. La ilusión será sueño inquieto durante la noche y nervios al despertar y abrir los regalos. El dia seis de enero será para la mayoría de los niños un día mágico y fantástico. Por todo ello, bien valen la pena los esfuerzos de los padres, las cabalgatas y otras tradiciones. A lo mejor, los niños cuyas familias carecían totalmente de recursos también se pusieron nerviosos, gracias a la generosidad de otros niños, y abrieron sus regalos.

Lo malo de todas estas fiestas es el aprovechamiento que el sector comercial, principalmente las grandes corporaciones, hacen de la ilusión de los niños y las preocupaciones de los padres. Ello conduce a que en muchas familias se pueda llegar más allá de lo posible, complicando la economía familiar en los meses posteriores. El ambiente de las compras de reyes es además agobiante y enervante, haciendo en ocasiones compras inútiles, innecesarias y hasta desagradables. Por estas razones muchos desearían que estas fiestas no llegaran. Bastante gente ha tomado ya la decisión de pasar completamente de los Reyes Magos; no hay que cooperar con el manejo irresponsable de los grandes negociantes. Cuando alguien necesite algo se les compra.

Los Reyes Magos vienen también a colmar las ilusiones, no tan mágicas, de los mayores. Claro, aquí se abre la gama de los regalos, más allá de los juguetes: la ropa, los perfumes, los libros, en fin muchos objetos que los comerciantes exponen de forma especial en estos días. Esta ilusión realista parece normal que debe ser atendida; como también parece normal que la ilusión de los adultos nunca sea desmedida. Al fin y al cabo la buena marcha de los comercios también contribuye a la mejora de la economía. Pero, por desgracia, el ambiente de los Reyes induce a mucha gente a comportamientos poco razonables. Y este ambiente lo crean principalmente esas grandes corporaciones comerciales.

Pero ahora lo que verdaderamente interesa son los niños. En las fiestas de Reyes las familias se vuelcan en la ilusión de los niños. Pero la ilusión es una importante fuerza interior que impulsa la realización de acciones y proyectos. En el caso de los niños, que están creciendo, y de los jóvenes, este impulso interior debe cuidarse con cariño y perseverancia, evitando el chantaje que podría llevar aparejado. Pero esta ilusión continuada y necesaria debe responder, más que a lo de fuera (los Reyes, el ambiente, la crisis) a lo de dentro: los recursos personales que todos tenemos y que debemos tener en permanente actividad. Esta ilusión permanente nos puede llevar más a SER que a TENER.
Esto es lo que más importa.




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