La honradez y la decencia de un/a político/a de cartel, ya no puede ser una quimera. Han de ser cualidades contrastadas, tanto al menos como las capacidades intelectuales o de gestión del candidato/a. Unas y otras son se hacen hoy imprescindibles. En caso contrario estaríamos en lo de siempre, en más frustración de la ciudadanía o dando fundamento a esa suerte de “pestilencia que ahuyenta de la política a las personas sensiblemente honestas. Al encumbramiento de los mediocres…que produce un inevitable hastío ciudadano”, que con tanta crudeza nos recordaba aquel poeta del compromiso que fue Pedro Lezcano Montalvo.
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