miércoles, 16 de febrero de 2011

Santa Brígida: INMERSIÓN EN TASAUTE

Hola a todos y todas. Agradecerles en primer lugar a las personas que estos días me han mostrado su afecto y apoyo, algunas se me han acercado a saludarme y darme la enhorabuena, otras me han manifestado sus opiniones y propuestas sobre los problemas de la Villa, interesantes aportaciones que iré trasladando a los compañeros responsables de elaborar nuestro programa municipal.
Quiero comentarles a través del blog los pasos que voy dando como candidato a la Alcaldía de Santa Brígida. Van a ser una serie de textos que, con cierta periodicidad, redacto para ello. Le voy a dar el nombre de INMERSIÓN EN TASAUTE. Cualquier aportación de ustedes para mejorar este procedimiento de comunicación será bien recibida al igual que sus opiniones, quejas o comentarios.

INMERSIÓN EN TASAUTE 1: NUESTRO PATRIMONIO NATURAL

El día estaba soleado y con mucha claridad. Invitaba a disfrutarlo. Estuve en la falda norte de la Montaña de la Bodeguilla y en el Mirador de Las Tres Piedras. La panorámica era espectacular. Pude gozar mucho con la contemplación del paisaje de Santa Brígida y de buena parte de Gran Canaria, desde la Isleta a la Cumbre. La Villa tiene una vegetación impresionante, destacando especialmente el millar de palmeras que aparecen por doquier. Cuando uno se acerca a la flora de la Villa se ratifica uno en esta convicción: El PATRIMONIO NATURAL de nuestro Municipio es un bien de grandísimo valor, del que el Drago de Sataute es el signo identitario más brillante. Todos los satauteños tenemos que estar muy orgullosos de nuestra naturaleza. Por lo mismo tenemos que cuidarla y defenderla, desde la administración municipal y desde el Pueblo mismo. El Parque del Galeón y el cuidado del Palmeral deben movilizar nuestras primeras iniciativas.



INMERSIÓN EN TASAUTE 2 : En la Atalaya con Maria Guerra ,la ultima Alfarera.

Estoy visitando los barrios del Municipio, paseando y entreteniéndome con la gente. He empezado por la Atalaya porque en este pueblo hay dos signos de identidad de importante valor: la alfarería y las casas-cueva. Me acompañó Antonia Trujillo (Marga). Entramos por la calle del Horno porque quería, antes que nada, visitar a María Guerra como reconocimiento a su trabajo alfarero de toda su larga vida y a todas y todos los alfareros talayeros. Es obligado entrar en la cueva donde tiene su producción en barro; porque ¿quién pasa por delante y no entra? Es una labor heredada de los primeros canarios, nuestros antepasados, y conservada por ellas, principalmente ellas, nuestras mujeres durante más de 500 años.
Dentro de la casa nos encontramos con María Guerra, la de siempre: una mujer cargada de bromas que suelta con franqueza; es una señal de mucha vitalidad, a pesar de sus tantos años. Profundizamos en la conversación hablando de los tiempos antiguos, cuando su numerosa prole era todavía niños. De cómo era el pueblo en aquella ladera. De la crianza de las muchachas (que eran siete) y los muchachos (que eran tres) y de cómo los hijos grandes cuidaban de los más pequeños. Hablamos también de los sacrificios para construir la casa. Yo, todo oído a sus palabras, pensaba a la vez que todas las familias de la Atalaya de aquel tiempo habían tenido las mismas vivencias. El conocimiento de la historia popular es necesario para vivir el tiempo presente; es lo que pensaba cuando nos despedimos.

Seguimos caminando por el estrecho callejón, embellecido de flores que cuidaban los mismos del lugar. El antiguo horno remozado, trae a los vecinos la memoria de sus trabajos y a los turistas una mayor comprensión de la tarea artesanal. Hay que dar más vida a ese horno: más fuego y más visitantes. Al terminar la pendiente me enseñaron un parque infantil abandonado. ¿Qué se puede hacer con el parque? Tengo que preguntar a los vecinos, me contesté.
Yo quería seguir apurando la tarde, pero empezó a llover. (Bendita agua que es la sangre de la tierra). La lluvia cambió mis planes y salimos corriendo por la calle Cuevas Caídas teniendo que aplazar el recorrido para otro día. Pero me quedé pensando: hay que proyectar una reforma de estos caminos para el bien de los vecinos y para facilitar el acceso a los visitantes. Una y otra finalidad interesa mucho a Santa Brígida y, sobre todo, a la Atalaya. Pero esto lo decidiremos cuando terminemos de recorrer todos estos angostos callejones.

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