El sábado, día 3 de noviembre, he vivido como concejal la
experiencia de actuar en representación de la Ley en la celebración de dos bodas civiles. Una
semana antes había intervenido en la boda de unos amigos y por expreso deseo de
ellos.: en esta la representación de la ley fue ostentada por la Juez del
Juzgado de Paz en la Villa. Las otras dos bodas contaron con mi participación
como representante de la Ley. El Patio de las Casas Consistoriales de nuestra
Villa se presta estupendamente para este tipo de celebraciones. En realidad,
gracias a los trabajadores que lo atienden y al marco arquitectónico del
inmueble, el lugar está especialmente hermoso y muy apto para ser disfrutado
por los que trabajan en él, para los que lo transitamos concierta frecuencia y
para los que se acercan a contemplarlo.
Las tres bodas fueron para mí una importante
experiencia. Creo que mi intervención en
toda la ceremonia, incluido mi pequeño discurso, contribuyó a que los
contrayentes, sus familiares y amigos vivieran el momento de forma muy
satisfactoria. Con ocasión de estas bodas he pensado que ser Concejal es mucho
más que tener que estar controlando siempre al Gobierno Municipal. Suelo decir
que hago mi trabajo de Concejal con ganas, con ilusión. Esta es una de las
razones. Poder contribuir con mi aportación a la felicidad de un grupo de
personas. Y esto sucede, no sólo con ocasión de las bodas, sino también en
otras muchas situaciones.
Hay personas que han acudido a mi con un problema y yo me he
puesto junto a ellos para contribuir a
su solución. Hay familias que han celebrado reuniones festivas, me han invitado
y lo hemos pasado bien. Poco a poco he ido encontrándome con vecinos con los
que he ido obteniendo una relación cada vez más intensa y amistosa. Cuando
camino sólo por las calles, cada vez nos saludamos más con los transeúntes. Y
en mis caminatas en solitario por los distintos barrios, además de contemplar
sus paisajes, siempre me encuentro con alguien con quien conversar, conociendo
principalmente los problemas de la vecindad.
En fin; todo esto ha venido por las bodas. Siendo estas
celebraciones tan importantes, principalmente para los novios, yo, como
concejal, debo implicarme lo más que pueda para contribuir al esplendor de tal
celebración. Por otra parte me da pena que, en algunos casos, la boda, para el
concejal, haya pasado sin pena ni gloria. Por eso mi compromiso, que nace de la
promesa que hice el primer día, tiene que ser el de la disponibilidad plena
para lo que deseen y yo pueda.
Mantengo mi profundo deseo de felicidad para Flora y Chafic,
para Fernando y Julia y para Mapi y Celi, que todavía, seguro, estarán de
celebraciones.
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