El del dia 20 de Diciembre, fue un pleno polémico. Lo cual no es malo si procede con la debida cortesía. Pero a muchos produjo tristeza y malhumor porque procedió en medio de palabras malsonantes y comportamientos poco respetuosos hacia los concejales de la oposición por parte del Alcalde. Fue un pleno penoso.
El martes pasado, 20 de diciembre, celebramos el último pleno ordinario de 2011. He dejado pasar una semana. Eran las Navidades y, además era preciso serenar las ideas. Ahora puedo ofrecer algunas reflexiones de aquella reunión del consistorio satauteño.
Fue un pleno muy largo. Había muchos temas que exigían mucho debate. Yo y mis compañeros del partido y varios profesionales que colaboran desinteresadamente con nosotros, trabajamos el orden del día con bastante dedicación. Presenté enmiendas a la totalidad y parciales a los Presupuestos, al Reglamento de Plenos y a las Ordenanzas de Basura y Velatorio. Únicamente me abstuve en la del Velatorio; a lo demás voté un NO rotundo, debidamente razonado. Además presenté 4 mociones, que también trajeron consigo debate: auditoría externa para la Sociedad Municipal de Deportes y la Radio, la de libertad de Expresión frente a la sanción de 750€ a un vecino por el cartel “Se busca”, la de demanda al Gobierno de elaboración del Proyecto del Túnel de La Grama. Por último acordar la recepción de la Urbanización Monte Bravo e inicio del expediente de anulación de la la licencia de las barreras, que quedó sobre la mesa para el próximo pleno, pendiente de un informe de servicios jurídicos.
Fue un pleno polémico. Lo cual no es malo, si procede con la debida cortesía. Pero a muchos produjo tristeza y malhumor porque el pleno trnscurrió en medio de palabras malsonantes y comportamientos poco respetuosos hacia los concejales de la oposición por parte del Alcalde. Fue un pleno penoso.
El Sr. Alcalde tiene por anticipado mi respeto a su PERSONA, como a todos los demás concejales y a toda la gente. Además, es el Alcalde de todos los ciudadanos, háyanle votado o no, a quien debemos respeto institucional. Por lo demás, tiene una práctica política totalmente criticable. Yo, con frecuencia, veo que sus actuaciones, desde mi punto de vista, no son correctas y, aunque respetándolas, debo manifestar mi disconformidad, mi crítica. Si él hace lo mismo refiriéndose a mí, está en su derecho. Con respecto a mí, en el último pleno, estuvo atacante. Ya sabe él que no me quita la serenidad y que incluso, a veces convierto su ataque en un chiste que a todos hace reír. Me llama con frecuencia la atención porque le interrumpo, cosa en la que él tiene razón. El principal ataque que me hace es el de que le critico mucho en la calle, en plan "acoso y derribo". Si en esas conversaciones mías con la gente le faltase al respeto, tendría mis disculpas. Pero, en mi apreciación, lo que hago es poner en evidencia comportamientos políticos suyos que considero negativos para nuestro Pueblo. Y eso es parte de mi deber que completo con mis intervenciones en el pleno y en mis documentos escritos. Como concejal de este Municipio tengo el deber de controlarle y de hacerle propuestas que mejoren las suyas, en mi opinión, para el bien de todos.
Los ataques verbales del Sr. Alcalde hacia mi persona, aparte del ya comentado, fueron muchos más que otras veces: “demagogo, dictador, fundamentalista, teledirigido, mal compañero, que ha perdido la fe, que no vive en el Pueblo”. El Alcalde sabe que yo encajo bien estos ataques; que el político tiene que ser un buen encajador, aunque no me vaya en ello el sueldo. Que un buen político recibe las críticas, si son verdaderas, para corregirse y si las cree falsas para pasar olímpicamente sobre ellas. Considero, y así creo que también las consideran otros muchos, carentes de fundamento en mi comportamiento personal: es bastante poco realista decir de mí que soy un dictador, por ejemplo, cuando he pasado buena parte de mi vida luchando por la justicia y la democracia y sigo batallando por las libertades, alli donde veo injusticias y recortes a las libertades democráticas.
Sí merecen un ligero comentario, dos de sus afirmaciones, con respecto a mi persona. En primer lugar, la alusión a mis antecedentes religiosos. Mis estudios en el seminario, una carrera de 12 años que completé después con 6 años más de Sociología, los tengo en gran valor por lo que aprendí a estudiar, a profundizar en el razonamiento y en la organización de las ideas, por esa formación sólida que esos años me dieron, como a tantos otros canarios. Mis años de cura en la Isleta fueron muy satisfactorios, de manera que nunca los podré olvidar; allí se fraguó mi sensibilidad por lo social y me labré como político nacionalista. Y, en segundo lugar, que no tenga mi residencia en el Pueblo, sino justo al lado. Cuando llevo largos años recorriéndomelo, relacionándome con sus gentes y participando de sus inquietudes y preocupaciones. Me he comprometido a trabajar por y con el Pueblo de Sataute. Así me ofrecí al pueblo en las pasadas elecciones y me aceptaron. Y aquí estoy todos los días, como cualquiera puede ver, conociendo cada vez más a Sataute y su Gente y cada vez más haciendo de modesto portavoz de las preocupaciones de esta Comunidad. Mientras los ciudadanos de la Villa acepten mi ofrecimiento, yo seguiré aquí trabajando sin esperar sueldo a cambio, que ya me pagan por mi jubilación. Hasta ahora les diré que mi trabajo me gusta y que me produce grandes satisfacciones. Como casi todos los días estoy en el Centro Urbano o en algunos de los Barrios, cada vez tengo más conocidos, y cada vez se estrechan más los lazos de la amistad.
Me gustaría que el nuevo año marcara una manera mejor de celebrar los plenos. En los que se digan las verdades de cada uno, en los que haya debates, en los que no se limiten las intervenciones, en los que haya verdadera búsqueda de acuerdos. Y que todo ello se produzca en un ambiente de respeto profundo a todos, de lógica cortesía y de donde desaparezcan las palabras malsonantes. Unos plenos que sean instrumento para la prosperidad de nuestro Pueblo de Sataute.